PEPE CORTEZ OVALLE, HOY ME TOCA NARRAR
- Grisel Bethancourt
- 14 feb 2021
- 6 Min. de lectura

Por Grisel Bethancourt
El séptimo inning del juego final había llegado. A poco del cierre del campeonato de béisbol mayor; el Estadio Nacional Rod Carew retumbaba a gritos y silbidos de la fanaticada. El coloso estaba lleno a reventar. Las congas al unísono con los transistores de radio - que no han dejado de funcionar- se escuchaban en esa séptima entrada de la suerte.
Como olvidar los tres últimos episodios de las finales del béisbol nacional. Es el recuerdo que tengo de un gran periodista y narrador máximo, José “Pepe” Cortez Ovalle, maestro de generaciones.
Hoy me toca narrar ese séptimo amigo, a mi estilo, el periodístico. Sentada aquí escribiendo, me traslado al Rod Carew, cierro los ojos y escucho esa voz inolvidable llena de adrenalina.
Llevando mi memoria a las anécdotas, ya previamente días anteriores, le había preguntado al gurú del béisbol, como le decía a Pepe, que quién a su juicio sería el campeón. Y tan fácil, sin dudarlo, Pepe me hacía un análisis del por qué, tal o cual equipo iba a ser el futuro campeón. Nunca se equivocaba.
Eso era al final de la temporada, porque desde enero Pepe se preparaba para tres duros meses de periplo transmitiendo béisbol, para llevarles cada episodio donde le correspondiera narrar. Ya fuera en carretera o en la casa metropolitana.
No sé cómo le hacía, casi no dormía. Pero muy temprano estaba listo para reportear sus notas judiciales. Me parecía increíble, que más que un periodista judicial, se complementara tan bien con el deportivo.
Ganador de innumerables joyas periodísticas en materia de boxeo, hípica, baloncesto. El maestro Pepe, el de más paciencia. En Telemetro no dudaban, Pepe era el elegido para enseñar en la práctica profesional todo lo que sabía a las y los practicantes, sin egoísmos y con muchos consejos.
De allí provino mi amistad con muchas nuevas reporteras, fueron generaciones de jóvenes de Panamá y el interior que aprendieron mucho más del gran periodismo que ejerció. Pepe les decía, ella sabe mucho, escúchenla y yo reía y lo miraba. ¿Quién dice de quién? Por ello, hoy, hay muy buenas reporteras y reporteros meticulosos con muchas garras en la calle a la hora de reportear. Yo solo me reía, veía la T de Telemetro y le seguía el juego.
Me preocupaba cuando no estaba Pepe, sabía que era una sola noticia, la primicia. No peleaba cualquier noticia, solo buscaba el mejor contenido, la de impacto. Y así retumbaba el titular en Telemetro su casa, la que fue después mi casa de investigación periodística.
Fueron muchos años de camaradería, alegrías, sol, lluvia, hambre, compartir cada noticia en penales, en frontera, policía, en las calles, tribunales, no puedo recordar tantos lugares que cubrimos juntos. Admiraba su tranquilidad, no se estresaba.

Me quedaría mucho tiempo contando cada anécdota. Pero cuál era el principio periodístico de Pepe Cortez Ovalle. El respeto, la acuciosidad de la noticia, tomar con pinzas la más importante, hacer de ella la mejor noticia del día y ganarse el terreno tras la confianza lograda con su trabajo con las fuentes.
Era un caballero de las noticias. Creo que me quedo corta al narrar cada episodio periodístico de Pepe, mi amigo querido.
Fue por allá por los noventa cuando conocí a Pepe junto a mi tío, el profesor Carlos Roseman De León, de los Campeones del Aire en RPC radio, grandes narradores de boxeo, baloncesto, hípica y béisbol. Eran todo terreno.
Ese cariño me lo impregnó mi tío Carlitos a un gran sucesor, admirable ambos, de una escuela sin igual, periodísticamente hablando. Se convirtieron en mis inspiraciones.
Partió mi tío Carlitos, se oscureció esa voz alegre de transmisiones en el béisbol nacional desde muchos lugares, sobre todo desde el estadio de Curundú, sede metropolitana. Los tabloncillos dejaron de escucharlo para narrar el deporte que lo exaltó, el baloncesto y los cuadriláteros del gimnasio se impregnaron para siempre de la voz inconfundible de Carlos Roseman De León. O los reportajes periodísticos de temas nacionales.
Posteriormente, recuerdo volver a ver a Pepe transmitiendo baloncesto de la LBA, pero cada temporada de béisbol nacional mi padre no se despegaba de su radio transistor, tenía en las narraciones al gran Pepe. Yo era una simple fanática metropolitana, aprendiz del arbitraje de béisbol.
Al comenzar a reportear tuvimos ese clic periodístico, yo veía en Pepe al periodista con el mayor sexto sentido para estar cerca de las noticias, cazaba cada escena. Las primicias eran su fortaleza, tranquilo, no se agotaba por llevar cualquier noticia, era una y la mejor.
Así transcurrieron los años, éramos una fuerza, nunca competimos ni por la mente se nos pasó, yo tenía mi estilo en periódico y Pepe en TV. Su noticia era ágil, rápida y la mía lenta, analizada, con un contenido diferente, allí teníamos la noticia desde ángulos diversos con la misma matriz. Cómplices de los datos, armábamos un rompecabezas, buscábamos la línea a seguir, hablábamos a diario y yo me emocionaba con los "goles" –primicias- de Pepe. Su narración judicial impecable, descripciones con contenido y eso lo llevaba a ir a los en vivo, porque tenía la noticia. El se divertía con mis –goles- y los compartíamos.

Siempre me decía, Grisel no hay un viaje por ahí, es que de Darién no pasamos.
Amábamos las coberturas a la frontera. Pepe había recorrido muchos países en grandes coberturas, su experiencia era amplia. El béisbol también le dio esa oportunidad, me contaba anécdotas en las transmisiones de beis internacional como la de Cuba, otras de baloncesto. Pero adivinen, no había más lugar paradisíaco para Pepe, que la Enea de Guararé.
Para sus vacaciones jocosamente siempre recordaba: hay que colgar una hamaca, sentir la brisa y una cervecita.
Uno de los recuerdos fue el ir a una cobertura noticiosa en el centro penal La Joya, y logré convencer de hablar al Pistolero José Luis Garcés, detenido para ese momento, fue impactante para la televisión, y para mí una gran historia en periódico.
Hablábamos mucho de deportes en esos espacios de espera, me dio muchos consejos y le confíe mis angustias en el periodismo. Más allá de eso, parecía también de esas todoterreno, y preguntaba, sus pronósticos de boxeo dependían, si veía la pelea o no, cuando me decía este no sirve, ni perdía el sueño, era acertado, un especialista, analista en esta materia.
Mi paso por Medcom fue de gran felicidad, Pepe estaba contento, me decía: "que bueno". Siempre compartiendo redacción junto a Nidia, Taysha, José Iván, Daysi, Jermaine, Raúl, Milagros, Luis Casis y Kerube y su gran camarógrafo Luis Jiménez, eran un dúo fabuloso. Otros grandes de la cámara estuvieron con él.
Tomé otro rumbo cuando decidí salir de la televisión al servicio público. Disfrutaba ver a mi amigo en las noticias, no me apartaba de él a nivel noticioso.
Pero mi alegría más grande vino, al verlo en Cooperstown. Para mí fue tan merecido, atinado, era como la mejor despedida y un homenaje a quien de verdad se lo merecía. Fue con la entrada al Salón de la Fama de Mariano Rivera.

Meses antes había hecho una rica nota del gimnasio Rockero Alcázar en Curundú, allí le facilitamos una entrevista en deportes del Municipio de Panamá. Me duele que no pueda ver lograr su anhelo, quizás que mejoren esta instalación que ha dado glorias al boxeo nacional. Veía las penurias de los boxeadores en estas instalaciones en pésimas condiciones.
En sus últimos días, Dios me dio la oportunidad de visitar a Pepe, dándole aliento, fortaleza. Tus lágrimas amigo ese día fueron mis lágrimas, por eso te di en el hospital ese abrazo con el cariño, admiración y respeto profesional, que me inspiró.
No puedo negar que salí preocupada, cabizbaja, pero Pepe se encontraba abrigado en la fuerza de una amiga, una mujer buena y su gran compañera, Lastenia Murillo Muñoz.
El periodismo ha tenido grandes e ilustres miembros en la sociedad panameña, uno de ellos fue el maestro José “Pepe” Cortez Ovalle. Ilustrador de narraciones periodísticas, ilustrador del periodismo de contenido, ilustrador de uno de los mejores olfatos en la noticia.
La rigurosidad, narración nata, pausado, inteligente serían los ingredientes para un periodismo que hoy se extingue en la reportería diaria. Cada noticia era como el séptimo de la suerte, a la conquista del triunfo periodístico.
Este escrito es un homenaje a un año de tu dolorosa partida mi querido amigo José Cortez Ovalle, “Pepin” como te decía.
El periodismo te recuerda como uno de sus grandes narradores, periodistas judiciales y especialista en esta gran carrera. Pepe el narrador, a un out de la victoria, esa victoria que alcanzaste y está en el cielo y marcada para siempre en el tablero de las anotaciones.-
*Fotos tomadas de internet.
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